La gente vive
experiencias de mierda todos los días. Cada día de su vida somos victimas de
injusticias, malos tratos y vueltas del destino. Unos más, otros
menos. Algunos tienen problemas que no somos capaces de dimensionar, para otro
un problema pequeño puede significar mucho. A veces solo se necesita una mala
palabra, una frase errada por parte de la persona equivocada para que nos
sintamos como bazofia. Así de delicados somos, así de relevante es lo que nos
rodea, así de fácil es tener un mal día. Una micro que se demora más de la
cuenta o que simplemente no hace la parada en la que esperas, un mal rato por que
tuviste que entrar apretado al metro. Una mala noticia. Un solo detalle puede
cambiar nuestro estado de animo, y eso sin pensar en los problemas de verdad.
Enfermedades, deudas, peleas, rabia, pena, traición, dudas. La vida ya es dura
por si sola, ni hablar de que tanto más dura puede ser gracias al resto.
Aún así, hay gente
que vive alegre. No solo se pasa la vida sonriéndole al mundo y dando gracias
por todo, ellos irradian calma. Hoy en día, cruzarse con una es como si uno se
ganara la lotería. Personas que disparan sonrisas indiscriminadamente, escupen
“buenos días”, lanzan los “que estés bien” por doquier. Gente que se escapa del
molde y olvida los problemas propios por un segundo. Recogen un papel del
suelo, ayudan con el equipaje a los mayores de edad, se sientan a conversar con
los indigentes, regalan abrazos a quienes están acongojados. Puede que te
griten en el trabajo, pierdas el bus de vuelta y te asalten en el camino, pero
si encuentras una de estas personas después de todo eso, la vida vuelve a tener
sentido. Una sola sonrisa y la esperanza vuelve al cuerpo.
Ellos también
tienen problemas, es probable que también hayan tenido un día de mierda, que
les dieran una mala noticia. Tal vez se cayeron por la escalera, le dijeron
“igual” al mesero que les dijo ”provecho” o pasaron por al lado de un mendigo
sin ninguna moneda para dar. Pero hay algo en lo que toda esta gente está de
acuerdo, y es que por muy malo que sea el día, por muy terrible, angustiante y
enfuriante que sea, nada es tan grave como para tratar mal al resto. Nada
justifica el despreciar a alguien. Sabemos que la vida es dura, e incluso más
que dura, no tenemos por qué andar haciéndoselo más difícil al resto. No seamos
parte del problema. No puedo pedir que sean parte de la solución tampoco,
muchas veces ni yo mismo lo soy, pero no hagamos tropezar a quien nos rodea,
evitemos las malas palabras, los gestos despectivos y la mala onda. No es tan
difícil.