lunes, 23 de marzo de 2015

Noche en el hospital

     De un día para otro mi vida cambio para jamás ser la misma. Miro fotografías de cuando era un niño, con sueños y esperanzas que pensaba que nadie me podía quitar. Que iluso, la inocencia que habita en los infantes es la mas cruel de todas, porque les permite pensar, equivocadamente, que los problemas mas grandes de esta vida van a ser elegir entre jugar al fútbol o a las escondidas.
     
     Recuerdo el día como si hubiese sido ayer. Bueno, tal vez no tanto, pero si me acuerdo de ese Hyundai I30 color plata, hatchback, esa noche estrellada y llena de lluvia, esa calle solitaria donde fueron a quedar, derramados, todos mis sueños y aspiraciones. Cruce la calle como cualquier adolescente en sus 20, confiado, pues el mundo era mio. Venia de la casa de mi novia, una comida con su familia y risas con su hermano menor. El enano me sacaba carcajadas incluso en las noches mas malas. Todo era perfecto, me iba bien en la universidad, tenía amigos y una bonita familia, todo iba en cuatro ruedas. Lástima que luego de esa noche me quedaría para siempre en dos. El conductor no vio, o no le importo el disco pare de esa esquina, y me pesco de lleno, mitad cintura y mitad muslo. Recuerdo ver mis pies volar sobre mi cabeza para luego aterrizar, en shock, sobre mi nuca.

     Me debería haber girado, debería haber puesto los brazos, debería haber mirado a los dos lados de la calle. Tal vez si me hubiese quedado hasta el final de la película no me habría pasado nada, o si los besos de despedida hubiesen sido minutos mas largos, o si el pequeño me hubiese entretenido 5 minutos mas. Tantos años pensando y calculando todas las posibilidades, todas las situaciones hipotéticas donde habría salido ileso. Ya es tarde para lamentos. Hace 3 años que no me muevo por cuenta propia. Fractura de cráneo, multivertebral, de costillas y mis piernas destrozadas. El conductor del auto huyo para nunca mas ser encontrado. El peritaje reveló que estaba manejando a 113 kilómetros por hora, y que estoy vivo de milagro. Pero ¿Que es un milagro? Sigo teniendo que vivir en el hospital, conectado a un respirador para que el cansancio que conlleva vivir no sea tan agotador.

     Mis amigos siempre han estado ahí, una vez a la semana traen cervezas y alegrías, historias divertidas para alegrarme, pero los veo partir de mi habitación con ojos de vidrio y los puños apretados. Claro que la cerveza no es para mi, aunque si pudiera, la derramaría en el suero que me dan tres veces al día. Una vez al mes, mi equipo de rugby viene a actualizarme sobre cómo van las cosas, pues yo amo al club, y no hay nadie que sufra mas las derrotas que un jugador que no pudo estar presente en el partido. Como duele verlos llegar, con barro, y ese olor a pasto que hace años me hacia agradecer de la vida. Es un dolor grato, pues se comparte en familia.

     Veo a mis hermanos, aun estudiando sus respectivas carreras. El menor tiene aptitudes para el deporte, las cuales yo nunca tuve y siempre estuve celoso de el. Mi hermana estudia para ser profesora, y cada vez que pierde la paciencia me llama, porque nadie tiene mas paciencia que quien solo eso puede ejercitar. Mis padres, me visitan a diario, incluso sus amigos, me consiguen películas, de esas antiguas que siempre me han gustado. Hitchcock, Scorsese, Coppola y Tarantino.

     Mi novia me dejo, y la entiendo, la carga era mucha y no podía con ella. Tenía sólo 18 años cuando todo esto ocurrió. A ella le debo mucho, pues me acompañó durante los meses mas duros, cuando no quería saber nada del mundo. Siempre estuvo allí, sosteniendo la mano inerte, que ya no era mía, sino de un destino inexorable y cruel. Cuando me dejo, llore, como cuando un niño llora al perder a un abuelo, sin saber muy bien por cuanto tiempo se va. Hoy nos llevamos bien, y de vez en cuando pasa a visitarme con el pequeño, que sigue sacándome una sonrisa, sin importar que tan doloroso haya sido el día.

     Son pocas las cosas que uno realmente ve día a día. Uno siempre mira a su familia, a sus amigos, sus profesores y conocidos, pero no ve realmente el apoyo que cada una de esas personas brinda, sin pedir nada a cambio. La vida es corta, aprovéchenla, y no dejen que nadie les diga que no. Los únicos obstáculos son los que uno deja en el camino. Nacemos con todas las puertas abiertas.

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