lunes, 20 de abril de 2015

Cuentos cortos y cortisimos


Cuiden a sus hijos
:
Subí a una micro cuyo número no recuerdo, y salude a un chofer cuyo nombre nunca pregunte. Mire hacia atrás sabiendo que desde ese día solo podría mirar para adelante, respire hondo y recordé, con una lagrima atravesando tímidamente mi rostro, todas las atrocidades que me hizo quien, alguna vez, conocí como mi padre. La lagrima atravesó mi cara hasta que se detuvo frente a una sonrisa de alivio.

Desesperanza Roja
:
Escuche su voz a la altura de Santa Lucía, y su risa cerca de La Moneda, pero recién en San Pablo vio como yo la observaba, mas ella nunca bajo la mirada. Baje la cabeza rápidamente, soy tímido, y al parecer eso le divirtió. Tomo a otro hombre del brazo y bajo riendo. Yo también baje con una sonrisa, pero pateando piedras, porque el amor de mi vida se escapó en el terminal.

Cosa de lenguaje:
Me saluda una voz metálica ininteligible, que no se si es amiga o francamente no le caigo bien. Si solo yo la escuchara diría que es mi conciencia, pero veo a otros tratando de descifrar lo que dice. No estoy solo. Somos muchos dentro de este vagón, y el problema es que se me olvido que estación viene. Espero llegar tarde.

8.35 am:
No hizo nada mas que agradecer. Ojos duros como el día a día se transformaron en perlas brillantes como el sol al amanecer. Un café caliente y un abrazo sincero cambiaron su vida para siempre.

Transcurso del tiempo:
El Negro espera la micro en el mismo paradero desde hace veinte años. Y ahí está el problema, la micro amarilla que espera ya no llegó.

Fugaz:
Corte el tallo de flor con la delicadez de mi madre, y pronto solo tuve pétalos escurriéndose por mi mano.

Día especial:
Parecía una caja de zapatos, y luego me di cuenta lo que era. No habrá ningún cumpleaños feliz hoy.

Amor Prohibido
:
El hombre de fuego y la Princesa de Hielo escaparon y desaparecieron entre la niebla.

Magia:
Empezó a llover. El no veía nada, pero era el día más feliz de su vida.

Las vueltas de la vida
:
Como negarle el hombro a la mujer que me negó su corazón.

Economia:
Se vende silla de ruedas por circunstancias sobrevivientes

Comunicación:
Él era mudo, y su padre sordo. Él nunca quiso ser abogado.

Pisapapeles
:
Se vende corazón de piedra, poco uso.

Testamento:
Suspire eufórico, al fin murió.

Bosquejo de obituario:
Salte en vano, el metro no llego.


Siglo XXI:
Se vende inocencia 2x1

Vagando en las sombras

Vivo en una ciudad donde la gente tiene miedo de la oscuridad. Tiene miedo de caminar bajo la sombra de la noche porque "no es seguro". La fe en la gente se perdió hace años: Todo desconocido puede robarme, insultarme, mirarme, hacerme algo. Cada tramo del trayecto diario de vida, debe estar iluminado como político en campaña, porque si fuera de otra manera, "correría un riesgo innecesario". 

¿Quién puede decir con certeza que los riesgos son innecesarios? La gente de la luz, que viven en calles de luz y en una ciudad de luz, no conocen la importancia de la sombra, la repelen, niegan y repudian. Gente que se considera poética observa, casi analíticamente, como el sol se dispone a desaparecer todos los días en un horizonte lleno de montañas, cemento y rascacielos, creando una de las escenas más bellas vistas por el hombre. Pero después de eso, la gente se refugia en sus hogares iluminados, caminan junto a publicidades deslumbrantes, postes de luz y de la mano de una seguridad casi ridícula.

Las sombras asustan a esta gente porque los hacen ver la realidad. La oscuridad sobre sus ojos deja ver a una persona cansada del día a día, un ser humano que trabaja todos los días para no tener que experimentar el miedo de la noche. Pobre gente, se rompe el lomo todos los días por una fantasía. La luz no es mas que eso, no es mas que el deseo nostálgico de que hoy el sol no se vaya por el horizonte, el miedo a quedar en la completa oscuridad y darme cuenta que estoy rodeado de personas, pero que todos estamos solos. Todos con sus preocupaciones y prioridades, donde el prójimo no tiene cabida ni siquiera en el escalafón más bajo. Pero no toda la gente es así

Hay seres humanos que no le tienen miedo a mirar a las sombras, se arriesgan diariamente a todo lo que genera terror en los seres de luz. Caminan de noche, por caminos polvorientos, pero sin miedos y con convicción. No necesitan postes para iluminar el camino, no porque se sientan seguros en la oscuridad, sino porque no hay camino que iluminar. Caminantes que hacen camino caminando, no quieren luz que les aparte del places de descubrir lo que hay en las sombras, siempre conscientes del peligro que esto significa. Pero hay algo mas, algo que solo los seres de sombra saben.

No existiría la luz si en un principio nunca hubiese habido oscuridad. Jamás habrían los seres iluminados visto un atardecer si este fuera a caer sobre un manto de luz. Nunca habrían sabido el valor de una mano amiga en la desesperación si todo siempre fuera tranquilo. La luz existe con la oscuridad, son hermanas mellizas que se ríen de nuestra rutina, juegan con nuestro sueño y energía, observan almuerzos familiares y cenas románticas, emociones de noche y emociones de día, llantos alegres y tristes. El sol ve como el agua corre desesperada al mar, y la luna observa como, tranquilamente, esta sube al cielo para después caer estrepitosamente, nuevamente.


Hay algo más. Existe un premio para la gente que logra superar su miedo a lo desconocido y adentrarse en la oscuridad de la noche. No es un premio en oro ni dinero, no es algo material que pueda retener, vender o comprar. Es algo que no puede ser valorizado. Los seres de sombra ven como el sol parte de nuestra vista cuando su trabajo ya esta hecho, ven el reflejo rojizo de un sol agonizante, y todos sus matices. Después de que el maravilloso espectáculo desaparece, levantan la cabeza y no ven oscuridad, ni desesperación, tampoco soledad, porque arriba, los esperan las estrellas. Una estrella jamás brillara si no es bajo el velo de la noche. Estas estrellas son guías de aventureros, esperanza de los desesperados, la gota de alegría sobre los que sacrifican todo para verlas. Te acompañan toda la noche, si estas dispuesto a dejar la luz de lado por un minuto. Cuando el espectáculo de luces sobre el manto negro llega a su fin, te agradecen la compañía con una postal que jamás olvidarás. El adiós de las estrellas, que escoltan a la luna hacia otro lugar, lejos del horizonte, es aún más impresionante que el del sol. Puesto que las estrellas se van, tal como aparecieron, una a una, ven desaparecer su luz de esperanza para dar paso al día, al sol, que en el amanecer ilumina la vida de golpe, sin pedir permiso, y sin necesitar pedir perdón, puesto que no existe hombre en la tierra que no aprecie el olor a rocío en la mañana, la calidez de los primeros rayos de sol, el cosquilleo de la brisa matutina. El sol besa la faz de la tierra, quita con cuidado la sabana oscura que protege a las estrellas de que algún hombre quiera arrancarlas de su hogar. Todos quieren tener una estrella en su velador. Pocos se dan cuenta que tienen una al otro lado de la cama.

Abriendo Puertas

     Una micro llena llama mi atención, lo cual no es muy difícil debido a mi deficit atencional y al hecho de que moría de sueño y tenía que subir. Para ser sincero, no estaba "llena", solo no habían asientos disponibles. Es una maña que tengo, y como buen ser humano, quiero que se me respete las mañas en vez de mejorar como persona. Tema para otro día, puesto que me sucedió algo extraordinario ese día. 

     No se si me levante con el pie izquierdo, el agua fría estaba congelada, el café más amargo o el diario atrasado, pero al parecer yo irradiaba un aura de mal fortunio. A penas subí observe, desalentado, que una vez mas la micro iba sin vacantes. Una señora ya entrada en edad, me pide encarecidamente que me siente. Mire dubitativo, puesto que yo nunca he tenido mucha fe en la humanidad, y especialmente ese día también estaba dudando de hasta los animales. Le agradecí de corazón el acto altruista, pero mi educación pseudo católica, o lo que otros llamarían sentido común, me señalo que esto estaba mal, que si era atípico era porque así estaba pensado que fuera. Era viernes en la mañana, y no tenía apuro alguno.

     Decline con amabilidad la infrecuente invitación, pero compartí el viaje con aquella señora. Que bonita palabra que es compartir. Hasta en las noticias suena bien, incluso un político puede hablar de compartir y hacernos pensar que hay algo de verdad en ello, una reunión de letras en sílabas absolutamente maravillosa.

     La señora tenía un nombre corriente y piadoso, aunque no tanto como Maria Teresa, Josefina del Pilar o María José. Era una mujer encantadora, simpática, de esas que jamás pensé que podría encontrar de súbito. Iba camino a Pudahuel, donde trabajaba, en una pequeña panadería de barrio. Tenía 57 años, dos hijos y la esperanza de un microempresario. Me contaba que iba a diario en la misma micro que yo, y que le llamaba la atención la música fuerte que escuchaba y lo distraído que viajaba. Me sonroje de vergüenza pensando cuantas veces me habían pedido que bajara el volumen. Se reía porque usualmente observaba como lentamente mi cabeza cedía a el cansancio del cuello y se mecía estrepitosamente sobre mis hombros, al tiempo que mi mente se activaba y me llevaba a los lugares más fantásticos.

     No era lo que mas le impresionaba. Lo que le llamaba la atención de mi persona era que miraba hacia afuera, a veces con desdén, y otras con esperanza. No se porque pero me dijo que yo la insentivaba a aprovechar el día a día, porque yo hacia parecer diferente lo que para todos es monótono. No se porque piensa eso, yo solo duermo apoyado a la ventana.

     Mire mi reloj y me di cuenta que estaba atrasado, y ella se largo a reír. Esta era una de las cosas que le causaba gracia, mi desorden. Debo admitir que me dio risa a mi también, aunque no tanto al profesor de civil que me vio entrar por la puerta de atrás después de 15 minutos de clases.