Papa,
¿Somos personas horribles por lo que hicimos?
No
te preocupes, somos personas, con todo lo que ello conlleva.
Pero
es que en el colegio me enseñaron que antes de sacar las cosas hay que pedir
por favor.
Hijo
¿No escuchaste cuando pregunte si podía sacarla? ¿O cuando avise que el
silencio avalaría mi conducta? ¿Soy una mala persona por cumplir mi palabra?
No,
supongo que no.
Claro
que no, por supuesto que no.
Pero
ahora él ya no tiene nada.
No
es tan así, no es como funcionan las cosas.
Quiero
saber cómo funcionan las cosas.
No
lo entenderías.
¿Por
que no?
Porque
no quiero que crezcas, jamás.
¿Como
Peter Pan?
Como
Peter Pan.
¿Pero
Garfio tampoco envejece o si?
Supongo
que no, será un pirata adulto por siempre.
¿Y
no le entristece estar solo?
¿Como
solo? ¡Pero si tiene toda una tripulación con él!
Pero
siempre esta solo, yo creo que por eso persigue tanto a Peter Pan, es el hijo
que nunca tuvo.
¿Y
como sabes que no tuvo un hijo?
¿Qué
tipo de padre no estaría todo el día con su hijo jugando, como lo haces tu
conmigo?
Hijo,
hay gente que no puede hacerlo por que no tiene tiempo.
¡Pero
démosle del nuestro! Siempre dices que es lo único que tenemos.
La
verdad es que no es lo único, te tengo a ti, y no te cambiaría por nada, ni por
todas las manzanas rojas del mundo.
¡Todas
las manzanas rojas del mundo! ¡Pero deben ser muchísimas!
Yo
creo que son más que muchísimas.
¿Muchísimas?
No
lo se, la verdad es que no he visto muchas.
Pero
tu has vivido mucho mas que yo, y yo he visto muchas cosas.
¿Muchas
cosas? Cuéntame pequeño ¿Que muchas cosas has visto?
Uff,
emmm ¡No se por donde empezar!
Mmm
¿Podrías empezar por casa?
¿Cual?
¿La nueva o la vieja?
No
has visto la nueva aun.
No
con mis ojos, pero la he visto durante todo el viaje con mi imaginación.
Cuéntame
como es.
¿Seguro? Puedo ser bastante detallista, y no se si puedas
imaginar tantas cosas como yo. La profesora decía que yo era un gran imaginador.
Vamos
niño, cuéntame como será nuestra casa, pruébame.
Tendrá una puerta muy grande, de madera, como la que se
rompió en la casa vieja. La vamos a abrir y habrá una entrada muy grande, para
que quepamos todos los del barco.
¡¿Así
de grande?!
¡Si! Tu me dijiste que era probable que durmiéramos todos
juntos, entonces imaginé una larga habitación, con innumerables camas para que
todos puedan dormir bien y despertar felices. Al lado, habrá una cocina amplia
con todo lo que mama usaba para hacernos Mujaddara en mi cumpleaños, con muchas
Coca-Colas.
¿Coca-Colas?
¿Por qué?
Es
lo que tomaba Mazen en el colegio, y siempre me dejaba probar un poco.
Mazen
¿hablaste con el antes de venir?
Si,
me dijo que iba a hacer lo mismo, pero creo que se iba para otro lugar.
Algún
día se verán de nuevo y tendrás que tener mucha paciencia.
¿Paciencia?
¿Por que?
¡Para escuchar todo lo que Mazen tenga decir, por supuesto!
Ambos tendrán historias de sus aventuras.
¡Tienes
razón! Empezaré a pensar en la mía.
¿No
tienes sueño?
Un
poco, pero no puedo dormir.
¿Por
que no?
Nunca
he sido bueno para dormir de pie.
Samir,
descansa.
Tengo
miedo.
¿Miedo
de que?
Me
asusta el mar.
Pero
nunca te ha pasado nada con él.
Lo
se, pero estamos muy cerca, y la gente empuja.
Hijo,
cierra tus ojos y olvídate de donde estas.
¿Tu
tienes miedo?
Samir, todos los días nos despertamos para enfrentar los
demonios que nos agotaron hasta el cansancio el día anterior, y eso, eso, es
valentía.
Te
quiero papa.
También
te quiero, Samir
¿Me
cantarías la canción de mama?
¿Yo?
Sabes que no se cantar.
Por
favor.
¿Estas
seguro?
Es
la única forma de que logre dormir, por favor.
Esta
bien, pero no te rías.
Samir el inteligente
Con su pelo aseado y cuidado
Quien te quiere
Te dará un beso
Pero quien te odie
Tendrá problemas
Duerme, duerme
Ofrécete a él, paloma
Vuela, paloma, y no te detengas
Una mentira blanca le cuento
Para que Samir pueda dormir
¿Echas
de menos a mamá?
Todos
los días ¿Y tu?
No
tanto, se que siempre está con nosotros.
Duerme
Samir, mañana será un día largo.
Buenas
noches papá.
Descansa.
Mientras
la marea balanceaba ferozmente la embarcación, una lagrima de esperanza
recorrió una piel tostada por la guerra y el miedo, mientras una melodía siria
recorría su garganta y aperlaba sus ojos. Sus brazos sostenían al niño que dormía
en su hombro víctima del cansancio, mientras el comía lo que su hijo había
dejado de la manzana que habían robado hace un rato. Apoyaba su espalda con la
de quien tenía atrás y protegía al pequeño de la muchedumbre, ansioso por
llegar y cumplir la promesa que le hizo a su mujer en su último aliento: Darle
a Samir un lugar donde jugar a salvo.
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