Una rosa azul
cuelga de sus dedos, nerviosos. Parece de mentira, esas que tiene el tallo
plástico y los pétalos de tela, pero no importa, el piensa que duran más. ¿Eso
es lo que importa no? Que dure. Su cuerpo se balancea al ritmo del tráfico,
todo por qué su ansiedad no le permite estar sentado. La micro frena y el se
inclina hacia adelante, y cuando acelera se afirma del fierro más cercano para
evitar irse para atrás. Se pone de puntillas para amortiguar las subidas y
bajadas que el camino mal pavimentado presenta, toda una travesía. Él debe
tener dieciséis años, o al menos eso parece. Parece solo un chico, pero mira
por la puerta con decisión. Ve como se acerca el paradero donde debe bajarse y
se muerde el labio. Levanta la cabeza y deja de mirar al suelo, el destino es
el dueño de su suerte ahora.
¿Irá a proponerle que estén juntos hasta
que la plástica rosa se marchite? ¿O acaso pedir perdón por tantos errores? ¿El
color favorito de ella será el azul, o acaso es un de él? La puerta se abre y
veo como toma una bocanada de aire, como si supiera que en breves momentos el
no podría respirar. Él no sabe que lo observó, sus facciones chilenas, su
rostro moreno. Su pelo desordenado meciéndose al ritmo de los semáforos. Baja
de la micro y no mira hacia atrás en ningún momento. Conoce su norte y no
piensa cambiarlo, sabe lo que le espera y decide enfrentarlo. Nada sabe de la
vida, solo cree entender lo que siente y mira al cielo esperando tener razón.
Su mano sostiene con fuerza la rosa azul y decide emprender camino hacia la
plaza, punto de encuentro de tantos amores adolescentes. Su corazón late
acelerado y sus manos transpiran como si estuviese corriendo por su vida. Y eso
es lo que hace, corre por su vida, solo que esta carrera no se corre con las
piernas, sino con el corazón.
La micro deja atrás al joven enamorado y de
a poco el horizonte cambia, dejando al pequeño moreno solo en su camino hacia
la verdad. Buena suerte, amigo mío, compañero de travesías, pensamientos y
emociones. Puede que la micro haya avanzado y olvidado tu paso por ella, pero
yo no lo haré, así como esa roza jamás olvidará mi mirada curiosa cuando la vi
por primera vez. Espero volver a encontrarte, ya sea en un paradero o en alguna
micro, pero ahora con tu pareja de la mano, y no sólo con una rosa azul y
artificial.
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