jueves, 21 de junio de 2018

Casi Azul


(Por favor escuchar este video, es este tipo de cuentos, ya saben...)
             (https://www.youtube.com/watch?v=E4IridL_2XU)

El sucio vidrio del café donde solíamos ir a perdernos la vida olía a ti. Una silueta como la tuya se dibujaba a contraluz entre las amarillas marcas del tiempo y la negligencia, como llamándome, recordándome que fui yo el que te dejó ir por esa puerta y no te sostuve la muñeca, firme y delicado, mientras volteabas tu vida lejos de la mía. La mesa que nos tenían reservada sigue allí, junto a la ventana descuidada, mirando a los peatones pasear su vida, imaginando la historia de cada uno, los sueños, observando el polvo hacerse viento por nosotros. Todo por dejarte ir y no hacer nada al respecto. Un piano triste retumba en mis oídos, por que eso fue lo último que me mostraste: Una muñeca cansada entrelazando dedos, que caían como lluvia desconsolada sobre las teclas blancas y negras. Los compases tristes de una canción sobre perderte.

Casi azul. Azul como tus ojos, manchados de vida y pasado. La silueta se dibuja en la calle y nosotros estamos de la mano. El otoño dio lugar a un invierno solo y solitario. Estiro mi vida para alcanzar la tuya, pero ya no estas. No supe nunca más de ti, y así me hubiera gustado morir, lleno de incertidumbre y duda. Cuando la verdad cruda rompe los hilos del deseo y quiebra el espíritu de seguir adelante, solo un café solo y solitario hace justicia a la pena que invade un corazón herido de muerte. Casi azul es como me siento. Al otro lado del vidrio casi veo tus ojos, tu sonrisa, tus lágrimas. Casi siento tu presencia y tu calidez, la frialdad de cuando te fuiste y esa despedida seca que hace eco en mi memoria como un trueno solo, solitario.

El mantel blanco se siente terso y me hace pensar en tus dedos. La taza de café que tantas veces compartimos se transformó en botella, y tu compañía la cambié por miseria. Por qué si no te hubieras ido por esa maldita puerta de madera gastada, si me hubiera parado sobre mis zapatos añejados en recuerdos, por que si hubiese dicho algo con esta lengua que ahora solo sabe sollozar. Tal vez estarías aquí. Tal vez. Quizás no estaría viendo un reflejo de mi rostro atribulado en este amarillo vidrio que me quitó el saludo. Quizás estarías sentada en otra mesa, con otro hombre, en otro lugar de otro país, otro continente. Tal vez estarías al otro lado del mundo, en un rincón perdido de esta tierra de nadie.

Solo se que no eres tú la que me mira a través del vidrio, por que no puedes serlo. El maldito piano me golpea el cráneo con cada nota compungida y solo pienso en la tristeza de tenerte nada más que en mi memoria. La vida sin tu vida es una pérdida de tiempo. La botella vacía me mira con ojos de vidrio y me pide por favor que me detenga, pero mi corazón ahogado se hizo adicto a la pena. No me reconozco en un espejo, por eso es que los rompí todos. Mis amigos me trataron de ayudar, por eso no me queda ninguno. Este pequeño juego al que llamabas vida se volvió un trabajo tedioso para mi. Ya no quiero respirar y cada mañana es un puñal en el pecho con el que debo cargar. Ese es mi castigo por cobarde, mi pena por tratar de olvidarte.

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