jueves, 20 de agosto de 2020

Paseo Imaginario

    Una buena parte del tiempo la pasó dentro de mi cabeza, tejiendo escenarios que nunca pasarán, situaciones imposibles y coincidencias improbables. A veces una idea gira en mi cabeza como carrusel desbocado, dando vueltas hasta el agotamiento, siempre en círculos. Otras, las más veces para ser honesto, tomo un lápiz que siempre cuelga del techo y dibujo. Bosquejo con los ojos cerrados un paisaje surrealista, una escenografía ridícula. Pinceleo, por ejemplo, una cordillera que atraviesa el océano, con árboles creciendo en sus copas nevadas, todo mientras una imponente metrópolis crece de cabeza desde el corazón de las grises nubes que cubren un atardecer acaramelado. El sol deja el reflejo caminando sobre el mar, quieto. Algunas veces el lápiz es verde, y todo depende de la fuerza con la que aplique el color, el sentimiento, la forma, la textura. El sonido del grafito paseando sobre la blanca tela infinita del imaginario.

 

    A veces no tomo ningún lápiz, ni una brocha, ni pinceles. A veces tomo una cámara que dejo en un velador gastado y tomo fotos de lo que pasa en mi cabeza. Atardeceres llenos de viento, nubes que surcan los cielos, aleteando enérgicamente, migrando a climas más cálidos o más fríos. Me he encontrado con rostros, saludos, siluetas. Luces y sombras. Amigos y conocidos, y un poco de cada uno. Hoy, por ejemplo, cerré los ojos y vi una pequeña ventana, dejando entrar el tiempo, que corría deprisa. Dentro de su marco podía ver un alto edificio y las nubes corriendo a lo ancho del horizonte velozmente, apurando los minutos del alba al ocaso. Una silueta observaba lo mismo que yo, pero al otro lado del vidrio. ¿O tal vez era un espejo?

 

    Mis días favoritos son cuando prendo el tocadiscos. Casi todo el tiempo. A veces bailan letras que no salen de ningún lado, se improvisan unas sobre otras y descansan sus movimientos a destiempo. A veces son más ordenadas y salen claras, transparentes. Otras son solo un tarareo, un suave silbar, un tac tac de los dedos o un tom tom del pie. Puede ser un tac tom tac tac tom tom tac y terminar con un suspiro profundo. La coordinación no es lo mío, pero dentro de mi cabeza la teoría músical solo es una idea, nada más. Hay días que una canción se repite, una y otra y otra vez. What if, Bruises, Nos siguen pegando abajo, Muchacha ojos de papel. Mi novia tiene bíceps. Sí, yo tampoco me entiendo a veces.

 

    Creo que lo que más me gusta, es que podría tratar de escribirlo todo, y aún así no sería suficiente, porque ni yo mismo lo recuerdo. Creo que la parte que más me gusta es cuando despierto y todo lo que soñé pasa como una película en un segundo. Probablemente no lo recuerde luego de haberme duchado, pero la sensación de soñar, despertar y contemplar, no sé si se pueda comparar a alguna otra cosa. Y es por eso que me gusta escribir, a ver si algún día logro mostrarles lo que pasa por mi cabeza.

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