jueves, 20 de agosto de 2020

Somos Fuego

    La arena galopa suave y grácil sobre sí misma, en dirección sur, acariciando el mar con sus dedos, dejando la espuma marcada a su paso, saludando el vaivén de la marea que, bajo el plateado brillo de la luna, decora el silencio que nos rodea, reconfortante. El crepitar de las olas toma la mano de la brisa y se eleva de cada tanto en tanto, saludando bruscamente las rocas que se presentan a su paso, decorando la claridad de la noche alunada con pequeñas estrellas de sal. Las nubes acobijan la regordeta luna, que descansa su mirada maternalmente sobre nosotros, conmovidos por la conjunción de sonidos, olores, sensaciones. Ebrios de vida. Adictos a sentir. Felices de ser. Siempre expectantes a la siguiente maravilla que se cruce entre el firmamento decorado por nuestros sueños. Guardamos silencio por miedo de asustar el horizonte con palabras huecas, llenas de ecos egoístas. Cerramos los ojos para escuchar mejor y sentir el palpitar. Abrimos nuestros corazones para vivir un poco más fuerte.

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