jueves, 24 de octubre de 2019

Soneto al Arpista


Entre cenizas renace un canto unido, una música fuerte y envalentonada. Entre lumas y piedras, manos se enredan hasta formar una sola cadena que jamás será fracturada, ni por el tiempo, los embates de los gobiernos, la depreciación de la moneda o el modernismo y sus consecuencias. De entre el olor a fuego y rabia, ira y lacrimógena, aflora un llanto esperanzador, un sonar divino, dedos ágiles y gráciles se pasean por las cuerdas como si fuera el destino mismo quien puso la circunstancia a los pies del Arpista de Santiago. Con una cueca suave rompe las asperezas y el escándalo general, quiebra la desesperanza y atraviesa con un sonido pendular los corazones afligidos por una memoria castigada por el tiempo. Dos generaciones escuchan al Arpista y millones de corazones descansan por algunos segundos en el esfuerzo humano de tranquilizar los oídos y de dar paz al desasosiego.

Arpista De Santiago,
sentado en tu vagón,
una micro te acobija
del fuego y el hormigón

Arpista de Santiago
No detengas tu canción
Y que el gobierno no aflija
Más nuestro corazón

Arpista De Santiago
La ciudad en silencio llora
Sirenas murmullan gritando

Arpista De Santiago
Llegaste en buena hora
Para hinchar el corazón, tocando

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