miércoles, 15 de diciembre de 2021

Ser Azul

            Una guitarra sincopada deja caer ligero un melancólico acorde sobre una voz cansada, una rima triste, el eco de una duda. ¿Por qué me siento tan azul? El tímido sonido del hilo que escapa de una garganta distante eriza mi piel, mientras una letra en inglés me hace sentir extrañamente interpelado, como si la cercanía de lo onírico y la realidad fuera algo más que la mera coincidencia del aleatorio jugando con el azar. ¿Pero entonces por qué me siento tan azul? ¿Esto es de verdad, o sólo algo más? La emoción desgarra las cuerdas y un leve quejido armoniza en un abrazo profundo con el percutir de un platillo que arrastra su sonar.

¿Si me quieres tanto como dices, por qué me siento tan azul? Suelta tus pensamientos y compártelos conmigo. Cuéntame que sucede en tu cabeza, en tu corazón, donde te guía tu palpitar, si eres honesta a tu querer. ¿Cuándo me dejarás entrar? Si de verdad me quieres, tómame la mano y acércala, déjame sentir tu corazón, háblame de ti, muéstrame tu mundo, llévame a volar en tus sueños y navegar en tus pesadillas. Pídeme que salte junto a ti y observa como lo hago sin dudar. Guárdame un espacio en tu bolsillo para acurrucarme cuando me sienta azul.

Tengo miedo de que cada vez que te veo, sea la última vez. La esperanza de abrir los ojos una mañana y verte descansar apoyada en mis brazos, hace crecer las plumas de esta ilusión, de este espíritu alado. Pero no saber que haces de mí, me hace sentir tan azul. Si sientes que soy la pieza que une tu laberinto con el mundo, si mis colores dan un tinte nuevo al atardecer de tu ser. Si mi risa es un coro alegre que se esconde tras la música en el largometraje que protagonizas. Si piensas en mí, luego de que suelto tu mano y me despido imprimiendo un beso en tu frente.

¿Por qué cuando escribo estos párrafos, ya no me siento tan azul? Será tu memoria revoloteando sobre mi tejado, o el recuerdo de tus caricias en mi espalda, escalando lentamente sobre mi nuca hasta clavarse en mis recuerdos. ¿Será que también piensas en mí antes de hundir tu cabeza en el regazo del crepúsculo? Te regalo el último pensamiento de la noche, el reflejo de la luna y mi primer suspiro mañana. Sólo préstame tus manos de vez en cuando para alojarme de la lluvia, tal vez así no vuelva a sentirme azul.

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