Una guitarra sincopada deja caer ligero un melancólico acorde sobre una voz cansada, una rima triste, el eco de una duda. ¿Por qué me siento tan azul? El tímido sonido del hilo que escapa de una garganta distante eriza mi piel, mientras una letra en inglés me hace sentir extrañamente interpelado, como si la cercanía de lo onírico y la realidad fuera algo más que la mera coincidencia del aleatorio jugando con el azar. ¿Pero entonces por qué me siento tan azul? ¿Esto es de verdad, o sólo algo más? La emoción desgarra las cuerdas y un leve quejido armoniza en un abrazo profundo con el percutir de un platillo que arrastra su sonar.
¿Si me quieres tanto como dices, por qué me
siento tan azul? Suelta tus pensamientos y compártelos conmigo. Cuéntame que
sucede en tu cabeza, en tu corazón, donde te guía tu palpitar, si eres honesta
a tu querer. ¿Cuándo me dejarás entrar? Si de verdad me quieres, tómame la mano
y acércala, déjame sentir tu corazón, háblame de ti, muéstrame tu mundo,
llévame a volar en tus sueños y navegar en tus pesadillas. Pídeme que salte
junto a ti y observa como lo hago sin dudar. Guárdame un espacio en tu bolsillo
para acurrucarme cuando me sienta azul.
Tengo miedo de que cada vez que te veo, sea
la última vez. La esperanza de abrir los ojos una mañana y verte descansar
apoyada en mis brazos, hace crecer las plumas de esta ilusión, de este
espíritu alado. Pero no saber que haces de mí, me hace sentir tan azul. Si
sientes que soy la pieza que une tu laberinto con el mundo, si mis colores dan
un tinte nuevo al atardecer de tu ser. Si mi risa es un coro alegre que se
esconde tras la música en el largometraje que protagonizas. Si piensas en mí,
luego de que suelto tu mano y me despido imprimiendo un beso en tu frente.
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