martes, 22 de noviembre de 2022

Un poco más azul

Creo que le voy tomando el gusto a ser azul. A tener una pena abrazada, acurrucada en el pecho, a acarrear el lagrimero rebalsado, a mirar los adoquines, bajar la cabeza y espejar los ojos empañados. Creo que eso mismo es lo que me hace tomarme las cosas con cariño. Ver los colores deslumbrando, el cielo azul, la cordillera nevada, los vidrios de los edificios reflejando la vida a su lado, los ángulos, la lluvia, el bosque, los cerros. Tal vez sea la pena que me aloja la que me regala tanta alegría. 


Y si, sentirse solo no es lo ideal, ir por ahí pensando en la calidez de sostener una mano, lo importante de un abrazo, echar de menos una siesta acurrucado, que te den un beso en la frente. Siempre me sorprende que jamás me hayan regalado una flor. Que te hagan cariño en la espalda y sin que nadie se lo espere, te digan te quiero, sorprendiendo incluso a quien lo dice. A veces la tristeza acentúa los grises más que los azules, pero es normal. Creo. Al final es cosa de no quedarse ahí ¿no? Si igual después de todo, todo pasa, y esto también. 


Miro los pájaros y olvido el azul un segundo. La alegría de un perro que cruza mi camino y fija su mirada a mi paso. La oportunidad de acostarme en el suelo y ver algo nuevo. Sorprenderme. Tal vez con alguien colgándome del brazo, o yo del suyo, sería mejor, pero tampoco lo se. Tal vez esto es lo mejor que hay. Creo que si así fuera, no tendría tanto problema. Al fin y al cabo, parece que me gusta ser azul. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario