De la vida siento que ya he escrito mucho. Al menos, demasiado. Especialmente para alguien que no ha vivido nada. O al menos eso creo. Recurrentemente acudo a la figura de darle una explicación a la vida, que necesita un sentido, que va para algún lado, que tiene que tener un objeto, lo que hay después, lo que hubo antes. Grandes preguntas que, honestamente, no se si me inquietan de sobre manera. La vida es solo eso, es un estar inexorable, irremediable, en el momento que se deja la vida, ya no se está.
Pero hay cosas que quedan. Incluso después de que la vida se fuga en un último adiós, el acabado aliento de quien exhala sin esperar inhalar una vez más. Los cuerpos dejan huella. Puede ser una planta, un hijo, un libro. Pueden ser historias, un edificio, un hecho histórico. Puede ser daño. Vaya que si puede dejar dolor.
El dolor del cuerpo deja cicatrices que han de ser escondidas del sol, para evitar que su marca sea permanente. No siempre se logra. También hay cicatrices que abundan por dentro, de esas que siguen sangrando por años. Existen heridas que dejan cicatrices que se vuelven a palpar cada vez que alguien nos toca el alma. Esas son las cicatrices que más temo dejar. Las invisibles heridas del ser.
Les mentiría groseramente si dijera que no he dejado alguna, o que ignoro haberlo hecho. Todos sabemos por donde pasa el filo de nuestra personalidad, ya sea de forma sincera, inocente y pura. Lo que ignoramos es si lo que queda al paso es una superficie suave, sedosa, cuidada, o un corte seco, profundo. A eso le tengo verdadero terror.
Tal vez en realidad es miedo a que la gente piense que me agrada hacer daño. Puede ser mi habito evitativo, mi repulsión al conflicto. He pensado que tampoco me agrada la sensación de hacer daño.
Perdón, casi he hablado sólo yo, y parece que ya termina nuestra hora. ¿Le parece si nos vemos dentro de una semana? Puede agendar con Teresa nuestra próxima sesión. Me da la impresión que los jueves en la mañana tengo libre, si es así, y le parece bien, podemos coordinar para entonces, y hablo con Teresa para que le tenga preparado un café. Muchas gracias por abrirse tanto esta sesión, siento que vamos avanzando. Después vemos lo de la transferencia, le mando una boleta por WhatsApp.
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