La Voz de Arte

La exhibición estaba en sus últimas horas, aferrándose de la luz del día como una madre a un hijo en edad de dejar el nido. Óleos, acuarelas, mármol, bronce y un sinfín de materiales entremezclados para generar surrealismo, hiperrealismo, cubismo y otras tantas nuevas formas de asombrar a mujeres, niños, hombres y adolescentes. Un guardia de seguridad revisaba bajo la cálida luz del atardecer que no hubiera ningún alma adentro del edificio, ya era hora de cerrar.

Pero yo sigo dentro, sentado frente a aquel cuadro. Un rostro verde se confunde entre grises agresivos y consumismo. Verde agua, verde hierba, verde lago, todos cediendo frente al gris cemento que ataca inclemente la armonía de tan hermosa obra. "Materialismo Abstracto" se llama la obra, y no estaba exhibida con el fin de ser vendida, ¡Por Dios no! Solo estaba ahí para ser contemplada, interpretada y concientizada. El autor buscó permanecer anónimo y que su nombre no desconcentre las mentes que buscan culturizarse.

Los verdes se entrecruzaban como hilos hilvanados en pos de un mismo velo, como partes de una misma hebra, colores que formaban un rostro femenino, perfilado frente la luz del sol que se escapaba por la ventana. Mientras observaba, una pincelada azul cielo cayó desde las dos cuencas que sus ojos vacíos dejaron alguna vez. Los ríos se lanzaron estrepitosamente a través de aquel verde rostro, buscando alcanzar un suelo que el marco no me dejaba ver. Los grises formados como espada estaban dispuestos a destruir sin piedad aquel rostro desconsolado.

Los pasos se acercaron y llegaron donde estaba yo, el guardia de rostro serio levantó la mirada y se dejó empapar por el llanto de la tela pintarrajeada. Me levanté y toqué su hombro, pero él no sintió nada. No me vio ni me percibió, pero todos sus sentimientos se volcaron hacia la tela de aquel cuadro. Yo soy el espíritu de esta obra, y no hay nadie más acá además de mí. Mi trabajo es embelesar a los transeúntes y concientizar a los pequeños. Mi nombre es "Materialismo Abstracto"