viernes, 23 de septiembre de 2022

Nacido para ser Azul

En la paleta de colores que se desparrama sobre el lienzo de mi alma, me encantaría descubrir porque a veces es el azul el que más me identifica. No ese azul de Picasso, sino el azul de Chet, ese con sentido, sentimiento, con una razón de ser. Como la espuma que deja la ola, reflejando en las burbujas la mano dorada con la que el atardecer se despide. Sentimiento. Algo así como cuando escuchas esa canción, hueles ese perfume, visitas ese lugar, recuerdas sus palabras. Nostalgia, creo que así le llaman.

No se si el azul es un color tan melancólico como lo pintan de vez en cuando. Me parece que es algo más, un poco distinto, tal vez más profundo, quizás más afilado. Algo diferente a la melancolía de ver la luna menguante y dedicarle un verso agobiado, un detalle sentido, una prosa farsante. Creo que el azul me suena más a una lluvia de recuerdos, repiqueteando sobre el techo de zinc que cubre un corazón averiado, viendo en el horizonte un sol radiante, ardiente, alejado.

Tal vez no es lluvia lo que me suena cuando pienso en azul. Puede ser río, canal, cascada y  pena. Si, un poco de pena. Me parece ver una caminata de noche, entre edificios y su verticalidad vertiginosa, entre árboles apagados y luciérnagas de fierro. Suena como autos apurados tratando de llegar a tiempo a ninguna parte, a su destino, arrastrando tras ellos viento, ruido y vacío. A veces pienso que los autos pasan muy cerca cuando espero en la vereda. Otras pienso que no tanto.

Al final, creo que el azul de Picasso también tiene lo suyo. Es azul, llano, cansado y plano. Nada de estigmas asignando sentimientos a colores. Azul es azul, y el resto es música. 

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