La verdad es que la conozco hace un tiempo, antes de que pasara todo esto de la pandemia. Salimos un par de veces, me gustaba pero yo tenía la cabeza anclada en el pasado. Es difícil eso de pasar de pagina, sobre todo cuando se vive tanto en tan poco. Siempre me supe intenso, costó reconocerlo como algo que no es malo ni bueno, sino que solo es. La verdad, me divierte un poco pensar en esa época, hay tantas cosas que espero jamás se repitan, pero aun así no me arrepiento de lo vivido. Me equivoqué mucho y de tanto caerme aprendí a quererme como soy, y a cuidar a la gente que me rodea. Hay personas a las que le debo mucho más que una disculpa, eso lo reconozco. Mi forma de ser me obliga a pensar una y otra vez al respecto de esos errores, lo que me ha hecho más consciente del daño que uno puede hacer en los demás y lo importante que es evitarlo. Aprendí, en fin y al cabo, a ser cauteloso conmigo mismo.
Sobre ella no hay mucho que decir, las palabras no son lo mío y todo lo que diga la hará ver como menos de lo que realmente es. No hay como hacer justicia. Acá quiero hacer una breve nota: Muero de vergüenza, pero me agrada la sensación de poner todo esto en claro, es algo que no sentía hace tiempo ya. Es como cuando cantas esa canción que te sabes de memoria, aunque la garganta no te de el tono, da lo mismo, el sentimiento alegre que queda en el pecho es más grande que cualquier desafino embarazoso o sentimiento desnudo. Al final, estamos para sentir, y no hay tiempo para sutilezas. Ella es así, honesta hasta la transparencia, o eso creo. Retomamos contacto hace no mucho y las redes sociales son engañosas, eso si estoy seguro. Pero en tiempos de cuarentena, reconozco que se agradece su existencia. Puede que se pierda mucho entre mensaje y mensaje, pero la intención siempre queda. Espero no malinterpretar nuestras conversaciones, pero aunque así fuera, ellas entibian el alma. Es de esas personas de palabra ligera, que reparte sonrisas sin saberlo. Filantrópica.
Bueno, no hay más que eso hasta ahora. Me divierte que todo lo que sucede ahora, todo lo que rodea estos tiempos inverosímiles, de todo el contexto que nos llueve encima, solo me aferro a este sentimiento tan natural, tan básico, una emoción que recorre los huesos y dan ganas de bailar de cada tanto en tanto. Al final, espero que la honestidad mutua sea la ventana por la que ambos compartamos la distancia ineludible de los tiempos que nos acompañan día a día. Esto es amor a ese pequeño brillo que destruye la monotonía. No hay lunes ni viernes, sábados ni miércoles, pero todos los días siguen siendo únicos, diferentes. Creo que ahí radica la magia de este distanciamiento socia que, paradójicamente, de cada tanto en tanto une.
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