De tanto escribir grandes palabras, olvidé como es que se sentían las
pequeñas expresiones. Los modismos, las muletas, esa cosita arriba de la
cuestión al lado de eso y entre las dos cosas. De tanto creerme grande me
farrié el ser chico, el jugar con trampa, el olvidarme del qué dirán y caminar
en la mía, sorprenderme de todo y no acordarme de nada. De tanto querer darle
sentido a la vida me perdí de los segundos importantes, los minutos alargados,
las horas fugaces y años que ahora solo son una foto perdida entre cajas y
cajones, al lado de esa cuestión que no recuerdo como se llama. De tanto querer
hacer tanto, terminé no haciendo nada y un poco menos, pero ahora le doy un
minuto y espero sea la vida. Porque no hay niño que no quiera ser grande, ni
adulto que no busque a su cabro chico.
Un poco de memoria y tal vez un interlocutor, eso es todo lo que se
necesita para revivir una historia olvidada bajo el polvo de esos recuerdos de
hace años. Esa escapada a jugar a pelota en la plaza, correr a la casa a tomar
agua con las dos manos hasta medio ahogarnos, y volar de vuelta al estadio de
las fantasías para seguir flotando en el pasto, la tierra y el maicillo. Esos
cumpleaños con los manteles plásticos con diseño a la moda, que podía variar
desde autos de carrera hasta los Power Ranger, dependiendo de cada uno. Los
Chispop medios húmedos y la Fanta derramada sobre el impermeable, generando un
desastre inevitable del que jamás nadie nunca se hizo cargo. No hacía falta
tampoco, a esa edad la responsabilidad solo es un valor y una palabra demasiado
larga para darle sentido.
Ahora soy grande, pero no tan adulto, miro hacia atrás con cariño,
nostalgia, duda, y hacia adelante con expectativas, miedos, curiosidad, interés
y un poco de todo junto. Y puede que ese mismo sea el problema, andar mirando
donde a uno no lo llaman, o donde ya no es tan bienvenido. Lo que me aloja hoy
es el presente, con sus buenas y sus malas, con el calor de hoy, con un
trabajo, con un cuerpo que me aguanta y gente que también. A veces. Pero de
todo esto se forma el presente, con el cual me encantaría llenarme la boca,
pero la verdad es que sé tan poco que apenas me salen las palabras. Me gusta,
eso sin duda, y planeo quedarme tanto tiempo como sea bienvenido. Tal vez
mañana esté en el mañana y luego en el futuro, pero mientras me siento aquí, y
con los ojos cerrados laburo.