domingo, 19 de marzo de 2017

Cuestiones de Poder

Roberto es una protagonista bastante tranquilo, hace sus quehaceres cuando debe y limpia todo lo que ocupa cuando cocina. Vive en un pequeño departamento en una avenida no tan grande, por donde se pasea a diario en su vieja bicicleta, sin molestar a nadie. Se demora diez minutos en llegar a la universidad, lugar al que va todos los días sin falta, incluso cuando no tiene clases. En cada tiempo libre que tiene toma un libro y lo devora con sus pequeños ojos inteligentes. 

Yo no soy así - responde Roberto al aire, como si estuviera hablando solo - No estoy hablando solo, te puedo escuchar claramente, y lo que dices de mí es mentira.

Roberto tiende a hablarme a veces, pero como solo soy un narrador, pareciera que hablara al aire. Los psicólogos dicen que no es tan grave. La gran imaginación que su devoción a leer ha generado suele hacerle jugarretas mientras escoge qué libro debe leer hoy

¿De qué estás hablando? - dijo Roberto, sin entender absolutamente nada - No leo desde hace tres años, mi bicicleta dejó de funcionar hace meses y jamás en mi vida he cocinado – típico del buen Roberto reírse de la monotonía de la vida.

¿Estás loco? ¿De qué hablas? – dijo confundido. Después de mucho pensar, decidió leer Niebla, clásico libro de Don Miguel de Unamuno – No pienso leer nada. A lo más la sección deportiva del diario.

Roberto comenzaba a exasperarse por qué el día no corría según su cronograma.

¿Qué cronograma? ¿Me puedes explicar quién eres al menos? ¡No entiendo nada! - Roberto Amadeo Rodríguez Soto se sentía confundido, mareado - ¿Cómo sabes quién soy? - Todo se volvió borroso, las líneas que determinaban las imágenes se perdían entre las sombras - ¿¡Que me está pasando!? - Luego de que su mente de desvaneciera, perdió el equilibrio y cayó al suelo, golpeándose fuertemente en la cabeza contra la mesa donde descansaba el libro que pensaba leer.

¡¿Quién eres?! ¡¿Por qué me haces esto?! - dijo Roberto mientras se levantaba y limpiaba la sangre que salía profusamente desde la herida que le había ocasionado el golpe - ¡Déjame en paz!

Hoy Roberto se levantó contrariado y al parecer piensa desafiar el destino. Pobre Roberto, si solo supiera que ya nada puede hacer. El golpe en la cabeza lo dejó gravemente herido, desangrándose lentamente. Un corte profundo que lo llevará a la muerte

¿¡Qué!? ¿¡De qué estás hablando!? - gritaba Roberto, desesperado, mientras más sangre salía desde el profundo corte - ¡Ayuda!

Pobre Roberto, gritando por ayuda como si alguien lo fuera a escuchar, si solo supiera que no quedaba nadie en la biblioteca. Es más, no quedaba nadie en la universidad.

¿De qué estás hablando? Es miércoles y hay examen mañana. ¡Son la una de la tarde, maldita sea!

Roberto se golpeó tan fuerte que perdió la noción del tiempo. Gritaba y gritaba, pero nadie estaba cerca para ayudar. Su destino estaba sellado y él nada podía hacer.

¡Perdón! Por favor, haré todo lo que digas, leeré, andaré en bicicleta, seré un inadaptado. Haré lo que sea por encajar en tu relato ¡Pero por favor déjame vivir! - gritó Roberto al cielo con toda la fuerza que le quedaba. Su último aliento se perdió en el silencio y sus ojos se cerraron sobre el charco de sangre que su profunda herida había estado derramando durante todo este tiempo. Pobre Roberto, si solo hubiera sabido lo que era mejor para él.

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