El corazón a veces es el peor de consejeros,
incluso peor que ese vaso de whisky servido hace horas, tibio y sin hielo,
esperando impaciente la hora de abrir las puertas de la inhibición en algún
inocente que aún no sabe manejar la bebida. Tal vez nunca supo, tal vez nunca
aprenda. Es similar con el corazón. Uno creería que luego de tanto golpe, tanta
caída, el corazón se volvería más viejo y precavido. Lo dijo Sinatra y lo
repitió Chet Baker ¿O acaso fue al revés? El corazón enamorado solo es necio y
ciego a la realidad, a lo tangible, a los hechos. Un corazón enamorado es una
corbata colgada al tejado esperando acariciar algún cuello. El corazón es un
insensato, un porfiado, un testarudo, irresponsable, vehemente, impetuoso,
torpe sujeto. El corazón no es más que eso, un torpe sujeto que vive dentro de
nosotros con la cabeza en las nubes. A veces baja los pies a la tierra, pero
cuando lo hace ya es demasiado tarde y desciende solo a recoger sus pedazos. El
corazón es, sin lugar a dudas, el peor de los consejeros, pero también el más
honesto y resistente de todos.
Todos han perdido la vida en un suspiro, en un
adiós, en un hasta nunca. Cada uno de nosotros, cada una de ellas. Todos
perdimos el corazón y sentimos como saltaba desde nuestra boca hacia un suicidio
seguro. Pero es el mismo corazón el que nos reúne, nos aguanta en pie, toma
iniciativa y salta al vacío a lo loco. Si, puede ser que las caídas duelan y en
el camino se deje un rastro de pedazos, astillas y fragmentos de lo que éramos.
Pero donde se escapa una pieza, otra la sustituye, intercambian posiciones en
pos de la supervivencia. El amor es instinto, es sentir algo en el estómago, en
la garganta, perder la cabeza y vivir confundidos. Si hay algo que el amor
entrega a manos llenas es incertidumbre, pero yo me pregunto si realmente en
esta vida existe algo mejor que no saber cuál es la próxima locura que estarás
dispuesto a realizar por amor.
La vida es difícil. Nadie te pregunta si
quieres hacerlo, ni si te parecen bien las cosas como están. Lo más probable es
que no, somos seres disconformes por naturaleza. Pero la vida al lado de
alguien que comparte tus dudas, tus miedos, sea quien sea, es una vida que
merece ser recorrida una y mil veces. El amor nos puede llevar a muchos lugares
o anclarnos a uno solo. El amor, sin lugar a dudas, dejará tu corazón lacerado
y malherido, pero te tomará en brazos y te dirá que todo está bien. Y como si
sufriéramos de un maldito síndrome de Estocolmo desde que nacimos, nosotros
creemos ciegamente en lo que el corazón nos dicta en pos del amor. La vida es
un frenesí descontrolado, una incertidumbre irresoluta y eterna ¿Que mejor que
compartirla?
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