jueves, 27 de junio de 2019

Del Silencio y la Distancia


Y es en el silencio cuando más te echo de menos. Desearía dormirme una vez más apoyado en ti, y descansar para siempre con la cabeza acurrucada entre tu pecho. Olvidarme de quien soy, de lo que pienso y de lo que siento. Ser energía en tu regazo y abrazarte con la fuerza de un corazón entregado a morir en la horca, condenado por querer demasiado. Perderme en ti mientras mi mente revolotea pensando en el increíble color que tienen tus ojos, a pesar de que tu solos los veas cafés. Los cromáticos colores que despide tu mirada van más allá de cualquier rosa conocida por el hombre. Y cuando despertaba, lo primero que veía era tu rostro divertido, entonces mi cara de niño solo pasaba a ser la de un somnoliento infante, emborrachado por la felicidad. Era tan perdidamente feliz, que ahora me parece imposible encontrarme en las oscuras fauces de la soledad, la distancia y el tiempo irresoluto. Finalmente, te envío un alegre y agradecido saludo con lo único que puedo compartir contigo en este momento: Un cálido y distante abrazo lleno de reconfortante silencio.

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