Las
paradojas de la vida. Hoy sonrío honestamente con los ojos llenos de tristes
lágrimas, pues recuerdo el sonido de nuestra risa al unísono como un dueto de
travieso críos orquestados para burlarse de la idea de que la vida pueda llegar
a doler. Más heme aquí hoy con la vida doliéndome profundamente en cada nervio,
en cada recuerdo y en cada fotografía que encuentro a mi paso. Aún así, no
existe una sola gota de arrepentimiento. Fue la vida la que me hizo quererte
tan intensamente, y fue ella misma la que hizo que el final fuese tan
violentamente acogedor.
Hoy sonrío
de felicidad mientras lloro con profunda pena, puesto que sé que aquella
memoria que tanto me alegra, solo será eso de aquí en adelante, una hermosa
huella impresa en mi camino. Juntos dejamos incontables rastros de uno en el
otro, cosas buenas y malas, pero espero que sean las primeras las que se te
vengan a la mente cuando escuches mi nombre, una canción que te recuerde alguna
risa inexplicable, pases por algún lugar donde compartimos una mirada o cuando
solo aterrice en ti un pensamiento compartido. Te juro que hoy por hoy, lo
bueno es lo único que veo.
El último
adiós fue uno con sabor de hasta luego, de nos vemos, no quiero perderte nunca.
Sin embargo, hoy tiene el amargor de un por favor dame tiempo, la acides
de un necesito mi espacio, el dulce
picor del quiero ser feliz solo. Espero que mi recuerdo te acompañe y entiendas
que si hoy no estoy contigo es porque quiero ser feliz, y quiero que tu también
lo seas. Espero que te cuides, que te esfuerces y logres todas las metas que
juntos propusimos para cada uno, se que las lograrás y saldrás airosa de cuanto
obstáculo encuentres en tu camino, y
espero que la meta sea tranquila, como una poza de agua luego de una
larga carrera. Yo no soy nadie para escribir con tinta en tu corazón, ni menos
para decirte que hacer, solo soy una persona más en tu vida, una persona que te
ama tan profundamente como para poder dejarte partir.
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