jueves, 20 de junio de 2019

Salí a buscarte y en el camino me encontré a mi mismo


Apareciste en mi vida como un cometa, iluminando mi vida con una luz propia de aquel fenómeno que no veré nunca más en vida, y que espero mis hijos puedan conocer algún día. Hiciste de la noche día y cada minuto escondiendo mi rostro en tu pelo era como dormir en una nube de tranquilidad y calma. Extraño esa sensación. Pero como es natural con los cometas, solo fuiste un parpadeo en mi vida, un instante, un momento que esperaba se tornase en una eternidad. Los deseos del corazón son siempre los del tiempo, y tal vez mi mundo sea tan pequeño que alcances a darle otra vuelta mientras ambos brillemos, y pueda hundirme una vez más en ese lago azabache que tanta falta me hace.

Prometo prepararme para ese momento y estar listo para poder seguir tu orbita, irradiar una luz propia y que cautive tu atención. Prometo trabajarme y ser suficiente iluminación para mi mismo, y bastar también para compartirla contigo, como dos pájaros que compartan el trayecto de la vida, emigrando hacia el horizonte. A veces te pediré que bajes a mi alcance y me esperes cuando sea necesario, pues de lo contrario solo veré tu espalda y a lo lejos no quedará nada más que la triste estela de lo que podría haber sido, un camino de cabello oscuro lejos del alcance de mi mano. Déjame observarte siempre y no solo una vez en la vida, que tu brillo sea eterno dentro mío y tu recuerdo sea una imagen perenne en mi retina.

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