La vibración del mantra retumba por mi
cuerpo como si cada una de mis extremidades fuera dura como bambú, pero
flexible como una cobra. La totalidad de la existencia, el sonido y la realidad
suprema retumban dentro de mí, siguiendo los pasos del mantra que fue
entregado, generación por generación, a los oídos más necios para que las
mentes de habrán y los cuerpos de entreguen a la naturaleza. Nada es nuestro a
fin de cuentas.
Mi vida danza entre las hierbas del
bosque, acogiendo el frío del invierno y el ardiente verano. Mi comida es el
sonido y solo el camino a la iluminación podrá contener el sonido que hace
vibrar al mundo. Las bayas que el bosque deja a sus pies son mi combustible,
pero yo solo sirvo al sonido y el sonido me utiliza para llegar a la
iluminación.
"Om manipadme hum". La
generosidad de entregar toda mi vida a la naturaleza, y que está me guíe a la
iluminación, no como un intercambio, sino como una ayuda mutua. Limpia el deseo
de la entretención, el lujo, arranca de mí las impurezas de los sentimientos.
Dame paciencia para olvidar los arrebatos y las pasiones. Ayúdame con tu
prestancia para nunca dejar de lado el camino de la iluminación. Ayúdame a
renunciar a todo lo que la carne me otorga, todo lo que el mundo me ofrece, ayúdame
a solo enfocarme en encontrar el camino. Con tu sabiduría quita la ira, la
agresividad y todos los sentimientos que la miserable humanidad tiene enraizada
tan dentro suyo.
No debo amar porque eso significa
apartar mi mirada de la meta, no debo compartir porque estaría fomentando la
avaricia en los demás. No debo sonreír porque estaría demostrando arrogancia.
No puedo ser feliz por qué me dejaría llevar por las pasiones. El camino a la
iluminación no debe ser cuestionado. Solo mi piel cubre el cuerpo que he
entregado a ese camino. La vida no es una excusa para aprovecharnos de nuestros
sentimientos, sucios por naturaleza, mezquinos desde su nacimiento. El camino
debe ser puro, debe ser simple. El ascetismo es el único camino a la verdad, la
iluminación cubrirá las cabezas de quienes entreguen todo lo que tienen, hasta
el último aliento de sus vidas.
La carne del cuerpo se descompone, pero
aún la iluminación no sacia el vacío que existe dentro de mí. ¿Por qué me
abandona cuando ya no queda nada por abandonar? ¿Dónde puedo dejar mis
esperanzas? Mis emociones, reprimidas durante tantos años, solo terminaron
carcomiendo la carne y arrastrándome junto a la tierra, misma tierra que veneré
hasta el cansancio pensando que era la única respuesta. ¡Te maldigo, camino iluminado!
¡Maldigo tu hipocresía y tu afán deshumanizado! Recitaré mi mantra por toda la
eternidad, esperando que ningún joven en busca de respuestas caiga, como yo, en
el camino más oscuro para llegar a la iluminación.
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